La trashumancia es una modalidad de pastoreo consistente en el desplazamiento estacional y de larga distancia de ganados entre diferentes zonas geográficas o climáticas a través de unas rutas migratorias establecidas. Todas las primaveras y otoños, miles de animales se trasladan en rebaños vigilados por sus pastores, en ocasiones a caballo e incluso acompañados por sus familias, y por sus perros, recorriendo siempre los mismos itinerarios, como serían las cañadas en España o los tratturi en Italia.
Los pastores poseen un gran conocimiento sobre la gestión de los terrenos y los recursos, la crianza de los animales o las artesanías relacionadas con la producción de alimentos u objetos, que hacen que la trashumancia se considere uno de los métodos ganaderos más sostenibles y eficaces, pues configura una relación entre el ser humano, los animales y los ecosistemas basada en el equilibrio ecológico y en un modelo socioeconómico que se ha desarrollado desde hace siglos.
La trashumancia, una de las actividades con más importancia histórica en la Sierra Norte de Madrid, se plasma en multitud de topónimos o construcciones del territorio, como el collado del medio celemín, los descansaderos, las majadas, los esquileos, abrevaderos, puentes…
En la Sierra Norte entraban y salían cada año miles de cabezas de ganado para pastar en las laderas, collados y puertos durante la época estival. A mediados de septiembre el mayoral partía a buscar tierras. Las fincas se alquilaban por 4 o 5 años. Más tarde se agrupaba el ganado, a menudo si los hatajos (pequeño grupo de ganado) del pueblo no eran suficientes se tenían que asociar con los de otros pueblos para formar un rebaño.
El día de Todos los Santos, se reunían los distintos atajos en los prados cercanos al pueblo para la partida. Seis o siete pastores acompañaban al rebaño. Se llevaban perros y una yegua o un burro por persona. En un hato de lino metían una manta, dos o tres camisas y mudas, cazos para cocinar, leznas y remedios para las ovejas. La marcha se hacía por las cañadas, veredas y cordeles de la ruta segoviana y cada día se recorrían unos 22 km. Para pasar la noche se buscaban paraderos y a los 20 o 30 días, según los retrasos causados por los partos se llegaba a Extremadura.
Las ovejas de la Sierra Norte por lo general, regresaban en mayo o antes si el año había sido lluvioso. Al pasar por Buitrago, o por otros esquileos según a donde se dirigiera el ganado ese año, se esquilaba a los rebaños en la casa de esquileo y se lavaba la lana en los lavaderos. El esquileo era una práctica importante en la explotación de la raza merina, ya que en ella se recogían los vellones de la lana. Luego se procedía a hacer la empega o pega, marcando las ovejas con pez.
De todas las vías pecuarias que recorren la Sierra Norte de Madrid la más afamada es la Cañada Real Segoviana, que arranca de la Sierra de Neila situada en el Sistema Ibérico, al sureste de la provincia de Burgos y termina su recorrido, tras 500 kilómetros, en Granja de Torrehermosa (Badajoz).
Esta cañada atraviesa de Sur a Norte la Sierra Norte, entrando por el termino de Bustarviejo y saliendo por Somosierra.
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